"Me
las arreglé para llegar a mi meta, la gasolinera. Si yo no hubiera
estado funcionando en los vapores, no habría venido a la ciudad en
absoluto.
Moviéndose
como si estuviera en una carrera, tuve la escotilla abierta, la tapa,
la tarjeta escaneada y el inyector en el tanque en cuestión de segundos.
- "Eh, señorita", la voz de un hombre llamado
Me
volví, y me gustaría no haberlo hecho. Dos hombres se quedaron al lado
de un SUV de lujo con kayaks nueva marca vinculada a la parte superior.
- "Lo siento que te moleste, pero ¿podría decirme qué tipo de coche que está conduciendo?" el alto lo había pedido.
- "Um, un Mercedes, ¿verdad?"
-
"Sí-dijo el hombre cortésmente mientras su amigo menor puso los ojos en
mi respuesta. - "Lo sé, pero me preguntaba, es que ... usted está
conduciendo un Mercedes Guardian?". El hombre dijo que el nombre con
reverencia.
- "¿Te importa si tomo una foto con él?""
"Nos gustaría hablar con usted", dijo Edward, tan sereno. - "Tenemos una buena noticia"
- "No te pongas nervioso, papá", me dijo después de un momento de silencio cargado. - "Todo está bien".
- "Claro que lo es, Bella, Aasegurate si esto es tan grande, ¿por qué estás sudando.?"
- "Yo no estoy sudando", mentí.
- "Estás embarazada", Charlie explotó. - "¿Estás embarazada, ¿no?"
- "¡No! Por supuesto que no!"
Yo
había dicho a Edward que la gente inmediatamente podría saltar a esta
conclusión. ¿Qué otra razón posible sería sana la gente tiene para
casarse a los dieciocho años? (Su respuesta entonces me había hecho
poner los ojos a la Derecha)
Ella
no descubrió hasta que mis ojos estaban en su cuarto de baño de gran
tamaño. Me quedé en el mostrador largo, cubierto en toda la parafernalia
de un salón de belleza, y empezó a sentir mi noche de insomnio.
"¿Es esto realmente necesario? Voy a ver claro a su lado sin importar lo que pase."
Ella me empujó hacia abajo en una silla rosa de bajo. "Nadie se atreverá a llamarte simple cuando estoy contigo."
Alice
me hizo un soporte de manera que podría aliviar el vestido por encima
de mi pelo y maquillaje. Mis rodillas temblaban tanto mal como ella
siempre llevaba la larga fila de botones de perlas por mi espalda que el
raso se estremecía en ondas poco hasta el suelo.
"Respira hondo, Bella," dijo Alice. Y tratar de bajar su ritmo cardíaco. Vas a tener sudor de nuevo en tu cara".
Tan
pronto como mis pies estaban más allá de las escaleras peligrosas, que
lo estaba buscando.Por un breve segundo, estaba distraída por la
profusión de flores blancas que colgaban en guirnaldas de todo en la
sala, que no estaba vivo, goteando con largas filas de cintas de gasa
blanca. Pero me arrancó los ojos de la copa Bowery y buscado a través de
las filas de sillas cubiertas de satén-rubor-más profundamente que tomé
en la multitud y sus caras todos centrados en mí, hasta que lo
encontré, por fin, de pie ante un arco rebosante de más flores, más
tenue.
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No me di cuenta que estaba llorando hasta que llegó el momento de decir las palabras vinculantes.
"Yo,"
me las arreglé para ahogar en un susurro casi ininteligible, el
parpadeo de mis ojos claros para que yo pudiera ver su rostro.
Cuando fue su turno de hablar, las palabras sonaron claras y victoriosas.
"Yo ", prometió.
Nuestros
votos fueron las palabras simples, tradicionales que se había hablado
de un millón de veces, aunque nunca por una pareja bien como nosotros.
Habíamos pedido el Sr. Weber hacer sólo un pequeño cambio. Él
amablemente comercializan la línea "hasta que la muerte nos separe" para
el más adecuado ", siempre y cuando la muerte nos separe."
El
Sr. Weber nos declaró marido y mujer, y luego las manos de Edward llegó
hasta la cuna de mi cara, con cuidado, como si fuera tan delicado como
los pétalos blancos balanceándose por encima de nuestras cabezas. Traté
de comprender, a través de la película de lágrimas cegadoras en mí, el
hecho surrealista de que esta persona increíble era mío. Sus ojos de oro
parecía como si hubieran tenido lágrimas, también, si tal cosa no era
imposible. Inclinó la cabeza hacia la mía, y yo se extendía hasta en las
puntas de mis dedos de los pies, tirando mis brazos-ramo y todo
alrededor de su cuello.
Me
besó con ternura, con adoración, me olvidé de la multitud, el lugar, el
tiempo, la razón ... sólo recuerdaba que me amaba, que me quería, que
yo era de él.
Todas
las tradiciones estándar se mantuvieron. Estaba cegado por los flashes
como el cuchillo en un espectacular pastel demasiado grande, pensé, para
nuestro grupo relativamente íntimo de amigos y familiares. Nos
turnábamos para empujar el pastel en la cara del otro; Edward tragó su
parte valientemente mientras miraba con incredulidad.
Emmett
y Jasper aullaban de risa en mi rubor, mientras que Edward me quitaba
liga , que calce abajo casi a mi tobillo-muy cuidadosamente con los
dientes. Con un guiño rápido a mí, lo tiro recto a la cara de Mike
Newton.
Él
no se detuvo hasta llegar al lado oscuro de uno de los grandes cedros.
Entonces Edward miró directamente a la más negra sombra.
"Gracias," dijo Edward a la oscuridad. "Esto es muy amable de su parte ...."
"Amable es mi segundo nombre," una voz familiar ronca un ¬ contestadas de la noche negra."¿Puedo cortar en?"
Mi mano voló hasta mi garganta, y si Edward no me había estado sosteniendo que se han derrumbado.
"Jacob!" Me atraganté tan pronto como pude respirar. "Jacob!"
"Hola, Bells".
Tropecé
hacia el sonido de su voz. Edward agarrandome bajo mi codo hasta que
otra serie de fuertes manos me sorprendió en la oscuridad. El calor de
la piel de Jacob quemaba a la derecha a través del vestido de raso
delgada como él me tiró cerca. Él no hizo ningún esfuerzo para bailar,
sino que simplemente me abrazó mientras yo hundí mi cara en su pecho. Se
inclinó para presionar su mejilla en la parte superior de mi cabeza.
"Ahora todo el mundo que el amor está aquí."
Sentí sus labios cepillar mi pelo. "Siento llegar tarde, cariño."
Traté de tragar el nudo en la garganta, pero yo no podía forzar a la baja.
Jacob me miró y frunció el ceño. Se limpió los dedos en la mejilla, la captura de las lágrimas allí.
"No se supone que debes llorar, Bella."
"Todo el mundo llora en las bodas," le dije con voz ronca.
"Esto es lo que quieres, ¿verdad?"
"Bien".
"Entonces la sonrisa."
He intentado. Se rió de mi gesto.
Recordé
que debía respirar, y entonces me dirigí a la maleta gigante que Edward
había abierto en la parte superior del tocador. Debía ser mía, porque
la familiar bolsa con mis cosas de tocador estaba encima, y había muchas
prendas rosadas, pero no reconocí una sola pieza. Mientras buscaba a
través de las pilas de ropa – con la mente en algo familiar y cómodo, un
par de viejos pants tal vez – llamó mi atención que había una
abrumadora cantidad de encaje y satín en mis manos. Lencería. Una
lencería muy lenceri-osa, con etiquetas francesas.
No sabía cómo o cuando, pero algún día Alice pagaría por esto.
Mi
respiración comenzó a acelerarse de nuevo y mis manos temblaron –
gracias al efecto calmante del baño. Comencé a sentirme mareada,
aparentemente un ataque de pánico venía en camino. Me senté en el piso
frio, envuelta en mi toalla y puse la cabeza entre las rodillas. Recé
porque él no decidiera venir a checar antes de que pudiera calmarme.
Podía imaginar lo que pensaría si me veía desmoronarme de esta forma. No
sería difícil para el convencerse a sí mismo que cometíamos un error.
“No tengas miedo” murmuré. “Nos pertenecemos”
Fui
repentinamente abrumada por la verdad de mis propias palabras. Este
momento era tan perfecto, tan correcto, no había duda de ello.
Sus brazos me envolvieron, reteniéndome contra él, verano e invierno. Sentía como cada nervio de mi cuerpo era un cable vivo.
“Para siempre” coincidió, y entonces nos hundimos gentilmente en la profundidad del agua.
El
sol, caliente sobre la desnudez de mi espalda, me despertó por la
mañana. Muy tarde en la mañana, quizá era tarde, no estaba segura.
Todo,
sin tomar en cuenta la hora, estaba claro; sabía perfectamente donde
estaba – el cuarto brillante con la super cama blanca, con los
brillantes rayos del sol atravesando las puertas abiertas. La red sobre
la cama suavizando el resplandor.
Abrí
los ojos; la primera cosa que vi fue su pálida y casi plateada piel de
la garganta, el arco de su mentón sobre mi cara. Su mandíbula estaba
tensa. Me recargué sobre un codo para poder verlo de cerca. Él estaba
viendo hacia el dosel de la cama y mientras no volteaba a verme, estudié
su postura. Su expresión fue un shock – envió dolores físicos a través
de mi cuerpo.
“Edward” le dije, un sonido extraño salió de mi garganta. “Qué es esto? Que pasa?”
“Tienes que preguntarlo?” Su voz era dura, cínica.
Mi
primer instinto, el producto de una vida llena de inseguridades, fue
preguntarme que había hecho mal. Pensé en todo lo que había pasado, pero
no pude encontrar un solo momento amargo. Todo había sido más fácil de
lo que esperaba; encajábamos perfecto, como un rompecabezas hecho para
eso. Esto me había dado una satisfacción en secreto – éramos compatibles
físicamente, así como lo éramos en lo demás. Fuego y Hielo, existiendo
de alguna forma, sin destruirse entre sí. Una prueba más de que yo le
pertenecía.
No podía pensar en nada que lo hubiera puesto así – tan frío y severo. De qué me había perdido?
Su dedo suavizó las líneas de preocupación en mi frente.
“En qué piensas?” susurró
“Estás molesto. No lo entiendo. Acaso hice…?” no pude terminar.
Sus ojos se ajustaron un poco. “Qué tan lastimada estás, Bella? Dime la verdad – no trates de minimizarlo.”
“Lastimada?” repetí; mi voz se oyó más fuerte de lo normal porque me tomó por sorpresa.
Levantó una ceja, sus labios pegados formando una pequeña línea.
Hice
un chequeo rápido, estiré mi cuerpo, tensando y flexionando mis
músculos. Sentí un poco de dolor, hinchazón, también, era verdad, pero
básicamente tenía la sensación de que mis huesos se habían desprendido
de mis articulaciones y que me había convertido en gelatina. Pero no era
una sensación desagradable.
Mis
ojos no se levantaron. “Sé que no es lo mismo. No eres humano. Solo
trataba de explicarte que, para un humano, bueno, no puedo imaginar que
la vida pueda dar algo mejor que esto”
Se quedó callado por un largo rato, hasta que finalmente, tuve que verlo. Su cara se había suavizado, pensativo.
“Parece
que tengo muchas cosas de las cuales disculparme” Hundió el entrecejo.
“Nunca creí que pensarías que todo esto que siento significa que anoche
no fue… bueno, la mejor noche de mi existencia. Pero no quería pensarlo
así, no cuando tu fuiste…”
Examiné su cara con desconfianza, y él me correspondió con una sonrisa serena.
“Lo que sea que me haga feliz?”
Mi estómago rugió al mismo tiempo de preguntar.
“Tienes hambre” dijo rápidamente. Se salió agilmented e la cama, dejando un camino de plumas a su paso. Lo que me recordó.
“Entonces,
por qué exactamente decidiste destruir las almohadas de Esme?”
Pregunté, sentándome y sacudiendo plumas de mi cabello.
El ya tenía puestos un par de pantalones kaki, y estaba parado en la puerta, acomodando su cabello, quitando las plumas.
Edward
estaba parando frente a la estufa de acero inoxidable, cocinando un
omelet bajo la fina luz azulada del lugar. El olor a comida me invadió.
Me creí capaz de comerme todo el plato e incluso el sartén; mi estómago
reclamó......
“Aquí está” me dijo. Se dio la vuelta con una sonrisa en su cara y colocó el plato en una pequeña mesa.
Me senté en una de las sillas de metal, oliendo los huevos calientes. Quemaron mi gargante, pero no me importó.
Se sentó frente a mí. “No te estoy alimentando bien”
Mi entretenimiento se convirtió en la prioridad número uno en Isla Esme.
Hicimos
snorkel (bueno, yo hice snorkel, mientras él alardeaba de su capacidad
de aguantar sin oxígeno indefinidamente), exploramos la pequeña jungla
que rodeaba el pico de roca. Visitamos a los loros que habitaban en la
pajarera que había en la zona sur de la isla, vimos la puesta de sol en
la cala pedregosa que había al oeste, nadamos con los delfines que
jugaban en las cálidas y poco profundas aguas. O al menos yo lo hice:
cuando Edward estaba en el agua, los delfines desparecían como si
hubiese un tiburón cerca.
Los
moratones estaban mucho mejor, poniéndose amarillos en algunas zonas, y
desapareciendo completamente en otras, así que esa noche elegí una de
las piezas más aterradoras y me la puse en el baño. Era negro, de
encaje, y daba vergüenza mirarlo incluso cuando no lo llevabas puesto.
Tuve cuidado de no mirarme en el espejo antes de volver a la habitación.
No quería perder los nervios.Tuve la satisfacción de ver cómo los ojos
casi se le salían de las cuencas, justo un segundo antes de que
consiguiera controlar su expresión.
–Todo
está bien, amor, estás a salvo. Estoy aquí –me acunó adelante y atrás,
demasiado rápido para que consiguiera calmarme – ¿Has tenido otra
pesadilla? No era real, no era real.
–No
era una pesadilla –sacudí la cabeza frotándome los ojos con el dorso de
la mano –Era un buen sueño –mi voz se quebró de nuevo.
–Entonces ¿por qué lloras? –preguntó, desconcertado.
–Porque he despertado. –gemí, rodeando su cuello con mis brazos, y sollozando contra su garganta.
No
podría decir si las lágrimas que hacían temblar mi voz le conmovieron,
si fue que no estaba preparado para manejar mi repentino ataque, o si su
necesidad era tan insoportable como la mía en aquel momento.
Pero cualquiera que fuera la razón, el caso es que acercó sus labios a los míos, rindiéndose con un gruñido.
–Parece ser que no eres nada observadora cuando tu atención está puesta en otras cosas.
–Estaba un poco absorta –admití, sonrojándome.
Tocó mi ardiente mejilla y suspiró.
–Voy a echar de menos esto, mucho.
Me
aburrí con las noticias y me giré para besarle. Como aquella mañana, un
agudo dolor golpeó mi estómago cuando me moví. Me separé corriendo de
él con mi mano tapando la boca. Sabía que no podría llegar al baño esta
vez así que fui corriendo al fregadero de la cocina.
Él me sujetó el pelo otra vez.
Retorcí
mi torso y sucesivamente, examiné desde cada ángulo, como si eso
pudiese hacer desaparecer precisamente la correcta pista. Yo pasé mis
dedos sobre el suave bulto, sorprendida por la roca dura que sentía
debajo de mi piel.
“Imposible”
repetí porque, bulto o no bulto, periodo o no periodo (y no es que
definitivamente no fuese a haber periodo aunque yo no me había retrasado
ni una sola vez en mi vida), no había manera de que estuviese
embarazada. La única persona con la que yo había tenido sexo era con un
vampiro, podía asegurarlo.
Reconocí el numero y pude fácilmente adivinar porque estaba llamando.
“Hola, Alice” dije. Mi voz no era mucho mejor que antes. Me aclaré la garganta.
“¿Bella? ¿Bella, estás bien?”
“Sí. Um. ¿Está ahí Carlisle?”
“Está. ¿Cuál es el problema?”
“No estoy… un uno por ciento…segura”
“¿Está Edward también bien? Preguntó cautelosa. Ella dijo el nombre de Carlisle y entonces insistió.
“¿Por qué no coge el teléfono?” dijo antes de que respondiese a la primera pregunta.
Busque el numero que quería, uno al que nunca antes había llamado en mi vida. Presione el botón “enviar” y cruce mis dedos.
- Hola? – su voz sonó como campanas de viento al atender.
- Rosalie? – susurré – Soy Bella. Por favor. Tienes que ayudarme
El
cuerpo de Bella estaba hinchado, su torso como un balón saliendo de
forma extraña, enferma. Su estómago se tensaba contra el suéter gris que
era demasiado grande para sus hombros y brazos. El resto de su cuerpo
parecía más delgado, como si la bola enorme en su estómago hubiera
chupado el resto de ella. Tomó un segundo darme cuenta que parte de su
cuerpo estaba deformada – y no lo entendí hasta que ella colocó los
brazos sobre su hinchado estómago, uno encima de otro. Como si estuviera
acunándolo.
Bella levantó el vaso en la cara y olió al final de la paja. Ella se estremeció, y luego hizo una mueca.
"Tapa tu nariz", sugirió Rosalie.
"No, eso no es todo. Es sólo que" Bella respiró profundo. "Huele bien", admitió en un hilo de voz.
Bella
empujó la paja entre los labios, cerró los ojos y arrugó la nariz. Yo
podía oír la sangre derramándose alrededor de la copa de nuevo, como su
mano temblaba. Ella dio un sorbo por un segundo, y luego se quejó en voz
baja con los ojos todavía cerrados.
Tragué saliva, luchando por mantener el disgusto de mi cara.
Edward estaba escuchando , con la cabeza inclinada hacia el bulto.
"¿Qué está pensando ahora?" -preguntó con ansiedad.
"Es
... él o ella, es ..." Hizo una pausa y miró a los ojos. Sus ojos se
llenaron de un temor similar-sólo fue más cuidadoso. "Él está feliz,"
dijo Edward con voz incrédula.
Edward estaba mirando hacia el espacio, con el rostro blanco , como escuchaba.
"¿Qué?" Bella le preguntó, con el rostro resplandeciente sólo de distancia. "¿Qué está pensando ahora?"
Al
principio no respondió, y luego impactante, todo el resto de nosotros
de nuevo, tres suspiros distintos y separados-él puso su oído
tiernamente contra su vientre.
"Él te ama", Edward susurró, sonando aturdido. "Él absolutamente te adora."
Su
estómago era su propio continente. "Un día más", dijo, y dio unas
palmaditas en el estómago. No pude evitar el dolor que disparó a través
de mí en un estallido repentino, punzante, pero traté de mantener mi
cara. Yo podía ocultar por un día más,¿verdad?
Medio segundo más tarde, Bella gritaba.
No
era solo un grito, era un chillido sangriento de agonía. El horrirífico
sonido se cortó con un gorjeo, y sus ojos se dieron vuelta en su
cabeza. Su cuerpo se doblaba y se arqueaba en los brazos de Rosalie, y
entonces Bella vomitó una fuente de sangre.
Y luego una diminuta, inconsecuente cosa habia salido mal.
Vi
en el momento que mi taza se inclinaba, sangre oscura derramarse y
manchar el blanco perfecto, y me tambaleé reflejadamente hacia el
accidente. Había visto las otras, las manos rápidas, pero cuerpo
continuaba estirándose, alcanzándolo…
Dentro de mí, algo me jaló en dirección contraria.
Rasgando. Quebrando. Agonía.
“¡La placenta debió haberse separado!”
Algo
más puntiagudo que un cuchillo se desgarró a través de mi- las
palabras, tenían sentido a pesar de las torturas. Placenta separada- yo
sabía lo que significaba. Significaba que mi bebé estaba muriendo dentro
de mí.
“¡Sácalo!” le grité a Edward. ¿Por qué no lo había hecho todavía? “¡no puede respirar! ¡Hazlo ahora!”
“La morfina-“
¡¿Quería que esperara? ¿Quería darme analgésicos mientras nuestro bebé moría?!
“¡No! Ahora-,” me asfixiaba, incapaz de terminar.
Puntos
negros cubrieron la luz en el cuarto, cuando una punzada fría de nuevo
dolor apuñaló glacialmente en mi estómago. Se sintió feo-
automáticamente luché por proteger mi vientre, mi bebé, mi pequeño
Edward Jacob, pero estaba débil. Mis pulmones me dolían, el oxígeno me
quemaba.
Y
luego, Rosalie perdió la concentración. Vi como la expresión en su cara
cambio dramáticamente, sus labios se retiraron de sus dientes y sus
ojos negros brillaron de sed.
“No, ¡Rose!” rugió Edward, pero sus manos estaban atrapadas, tratando de apoyar a Bella verticalmente para que pudiera respirar.
“¡Quédate conmigo ahora, Bella! ¿Me escuchas? ¡Quédate! ¡No me vas a dejar! ¡Mantén tu corazón latiendo!”
¿Jacob? Jacob, todavía aquí, todavía tratando de salvarme.
Por supuesto, quería decirle. Por supuesto que mantendría mi corazón latiendo. ¿No se los había prometido a los dos?
No
había pasado menos de medio segundo cuando mis manos ya estaban en su
pecho, haciendo compresiones, contando en mi cabeza, tratando de
mantener el ritmo. Uno. Dos. Tres. Cuatro.
Alejándome un momento, sople todo lo que pude dentro de su boca.
No
podía ver nada. Mis ojos se empaparon y todo se volvió borroso. Pero
estaba más que atento a cada sonido dentro del cuarto. El involuntario
‘glug-glug’ de su corazón debajo de mis manos, el palpitar del mío
propio, y otro —un latido extremadamente rápido, muy ligero. No le podía
dar lugar a eso.
Edward susurro, “Renesmee.”
Bella había estado equivocada. No era el niño que se había imaginado. No era mucha sorpresa. ¿En que se había equivocado?
“Déjame…,” dijo en un susurro. “Dámela.”
Supuse
que debería de saber que él siempre le daba lo que ella quería, no
importaba que tan estúpida fuera su petición. Pero no soñé que el le
haría caso ahora. Así que no pensé en detenerlo.
Halze
la vista hacia los blancos ojos de Bella, seguía bombeando su corazón.
Edward tenía una jeringa en su mano —toda plateada, como si estuviera
hecha de acero.
“¿Qué es eso?”
Su
mano de piedra movió la mía fuera del camino. Hubo un pequeño crujido
mientras rompía mi dedo meñique. En el mismo segundo, empujo la aguja
justo en su pecho.
“Mi veneno,” contesto mientras la empujaba mas a fondo.
Sople
mas aire dentro de su boca, pero no había nada ahí. Solo el pecho que
se movía, sin vida. Seguí bombeando su corazón, contando, mientras el
trabajaba maniáticamente sobre ella, tratando de juntarla de nuevo.
Todos los caballos del Rey y todos los hombres del Rey...
Pero no había nada, solo yo, solo el.
Trabajando sobre un cadáver.
Por
que era lo único que nos quedaba de la chica que ambos habíamos amado.
Ese roto, desangrado y destrozado cadáver. No podíamos unirla.
Supe
que era demasiado tarde. Supe que estaba muerta. Lo supe con certeza
porque su pulso se había ido. No sentí ninguna razón por la que debería
de estar al lado de ella. Ella no estaba ahí. Ese cuerpo no me atraía
más. El sentimiento de estar junto de ella se había desvanecido.
El asesino poso su mirada en mi, su mirada mas concentrada que cualquier recién nacido.
Tiernos ojos cafés, como leche con chocolate —el color exacto de los ojos que había tenido Bella.
Mis temblores pararon; el calor me inundo, más fuerte que antes, pero era una nueva forma de calor —no una que me quemaba.
Era una entusiasta.
Todo
dentro de mi se deshizo mientras observaba a la cara del mitad-vampiro,
mitad-humano bebé. Todas las líneas que me mantenían con vida fueron
divididas en cortes rápidos, como si fueran amarrados a un montón de
globos. Todo lo que me hizo como era en ese momento —mi amor hacia la
chica que estaba arriba muerta, mi amor por mi padre, el odio hacia mis
enemigos, mi casa, mi nombre, yo mismo— desapareció por un segundo—
spin, spin, spin— y flotaron en el espacio.
Una nueva fuerza me mantuvo justo donde estaba.
No
una sola fuerza, sino millones. Eran más bien cables de acero. Millones
de cables de acero atándome a una sola cosa —al mismo centro del
universo.
Lo
podía ver ahora —como el universo giraba alrededor de ese punto. Nunca
había visto la simetría del universo antes, ahora todo estaba claro.
La gravedad del aire no me sostenía más al lugar al que estaba parado.
Era la pequeña bebe en los brazos de la vampira rubia lo que me mantenían aquí ahora.
Renesmee.
El
fuego ardió más y yo quería gritar. Rogar porque alguien me matara
ahora, antes que vivir un segundo más en este dolor. Pero no podía mover
mis labios. El peso seguía allí, aplastándome.
Me
di cuenta que la oscuridad no era lo que me mantenía abajo; era mi
cuerpo. Tan pesado. Enterrándome en las llamas que ahora salía de mi
corazón, extendiéndose con un dolor casi imposible a través de mis
hombros y estómago, subiendo por mi garganta, lamiéndome en la cara.
¿Por qué no me podía mover? ¿Por qué no podía grita? Esto no era parte de las historias.
Mi mente estaba insoportablemente clara-cortada por el dolor tan feroz-vi la respuesta tan rápido como formulaba las preguntas.
La morfina.
No
me di cuenta de que alguien estaba tomando mi mano hasta que la
apretaron ligeramente. Al igual que antes tenía que ocultar el dolor, mi
cuerpo esta bloqueado de nuevo por la sorpresa. No fue el toque yo
esperaba. La piel era perfectamente lisa, pero tenía la temperatura
equivocada. No estaba fría.
Mi familia vampiro esperó con cautela contra la pared lejos de la puerta, Emmett y Jasper en la parte delantera.
Por un momento me encontré agachada de manera defensiva contra la pared - cerca de un
décima de segundo más tarde - ya había entendido lo que había comenzado en mí, y que mi reacción había sido exagerada.
Su
toque parecía barrer debajo de la superficie de mi piel, a través de
los huesos de mi cara. El sentimiento era eléctrico - traquetea a través
de mis huesos, mi columna vertebral, y temblaba en mi estómago.
Tomó mi rostro entre sus manos y acercó su rostro hacia el mio – suficiente lento para me recordarme a tener cuidado.
Me
besó, suave como un susurro en un primer momento, y luego de repente
fuerte y feroz. Intente recordar a ser amable con él, pero fue un arduo
trabajo recordarlo en la arremetida sensación, difícil aferrarse a
cualquier pensamiento coherente.
"Quiero verla. Renesmee".
Fue
extrañamente difícil decir su nombre .Mi hija, estas palabras fueron
aún más difícil de pensar. Todo parecía tan lejano. Traté de recordar
cómo me había sentido tres
días atrás, y automáticamente, mis manos se soltaron de Edward y fueron hacia mi estómago.
Llano.
Vacío. Me abrigué en la pálida de seda que cubría mi piel, pánico de
nuevo, mientras que una parte insignificante de mi mente señaló que
Alice debía haberme vestido.
Sabía
que no quedaba nada dentro de mí, y yo ligeramente recordé la
sangrienta escena, pero la prueba física seguía siendo un proceso
difícil. Lo único que sabía era que la amaba dentro de mí. Fuera de mí,
ella parecía algo que yo
debía haber imaginado. Un desvanecido sueño - un sueño que había sido mitad pesadilla.
Mi
primera reacción fue un placer irreflexivo. La criatura en el era
indiscutiblemente bella, tan hermoso como Alice o Esme. Ella era fluida
incluso en quietud, y su impecable rostro pálido como la luna contra el
marco de su
oscura cuna, cabello pesado. Sus extremidades eran lisas y fuertes, piel sutilmente brillante, luminosa como una perla.
Mi segunda reacción fue de horror.
¿Quién
era ella? A primera vista, no pude encontrar mi cara en cualquier lugar
del suave, perfecto plano de sus características.¡Y sus ojos! A pesar
de que sabía que esperar de ellos, sus ojos todavía enviaron una emoción
de terror a través de mí.
Y
luego me quité los zapatos de plata satinada uno por uno y los enganché
para tirarlos por la ventana abierta. Un poco fuerte, quizá, pero
escuché a alguien agarrarlos antes que dañara el revestimiento de la
madera.
Alice se quejó, “Su sentido de la moda no ha mejorado nada como su equilibrio.”
“¿Vamos a nadar?” le pregunté cuando paramos al costado del agua.
“¿Y arruinar tu lindo vestido? No. Vamos a saltar.”
Apreté mis labios, considerándolo. El río era como cincuenta yardas de ancho.
“Tú primero,” dije.
Acarició
mi mejilla, dio dos pasos atrás rápidamente y luego volvió corriendo
esos mismo dos pasos, empujándose de una piedra llana encajada
firmemente el la orilla del río. Estudié sus rápidos movimientos formaba
un arco encima del agua, finalmente dando un salto mortal desapareció
entre los gruesos árboles al lado del río.
“Fanfarrón”, musité y escuché su risa invisible.
Libre
por mi falda, me tomó sólo un salto largo para alcanzar el borde el
agua. Sólo ochenta y cuatro milésimas de segundo, y eso todavía era
bastante tiempo - mis ojos y mi mente se movieron tan rápido que un solo
paso fue suficiente. Fue simple posicionar mi pie derecho contra la
piedra lisa y ejercer la presión adecuada para que mi cuerpo no se vaya
volando por el aire. Estaba prestando más atención en dirigir esa fuerza
que me equivoqué en la cantidad de poder necesario – pero al menos no
me equivoqué el la parte donde me habría mojado. La anchura de cincuenta
yardas era una distancia ligeramente fácil.
Fue una cosa extraña, vertiginosa, electrizante, pero pequeña. Tuvo que pasar un segundo entero, y ya había cruzado.
El
olor me llenó por completo. Estaba con la mente en una sola cosa,
preocupada sólo por el olor que tenía que acabar. La sed empeoró, tan
dolorosa ahora que confundió todos mis pensamientos y empecé a recordar
el ardor del veneno en mis venas.
La
única cosa que tenía opción de penetrar mi concentración, un instinto
más poderoso, más básico de lo que necesitaba para apagar el fuego - era
el instinto de protegerme del peligro. Auto preservación.
De
repente estuve alerta por el hecho que había estado siguiendo. El pulso
del irresistible olor luchó el impulso de detenerme y defender mi
presa. Una burbuja de sonido salió de mi pecho, mis labios se retiraron
de su propio acuerdo de exponer mis dientes en alerta. Mi pie bajó su
marcha, la necesidad de proteger mi lucha contra el deseo de saciar mi
sed.
Y luego pude oír mi victoria de perseguidor, y defensa ganada. Cuando giré, el creciente sonido raspó mi garganta.
El
gruñido salvaje que salió de mi boca, fue tan inesperado que me
paralizó. Me perturbó y me ayudó a limpiar mi cabeza por un segundo – la
sed – la neblina retrocedió, aunque la sed quemara todavía.
La
vegetación se dispersaba mientras íbamos costa arriba; el olor a campo y
resina se hacía más fuerte, mientras seguía el camino que me había
trazado – era un olor cálido, más cortante que el del alce y más
atractivo. Unos segundos más y pude oír paso amortiguado del inmenso
pie, más ligero que el crujir de unos cascos. El sonido crecía – más en
las ramas que en el suelo. Automáticamente entré como una flecha entre
las ramas, ganando una posición estratégica, a mitad de camino de un
abeto de plata alto.
El
sonido de las patas ahora estaba debajo de mí; el fuerte olor estaba
muy cerca. Mis ojos señalaban cada movimiento con el sonido, y vi el
gran gato escabulléndose a lo largo de una amplia rama de pincea, abajo y
a la izquierda de la mía. Era grande – fácil cuatro veces yo. Sus ojos
estaban absortos debajo de él; el gato estaba cazando también. Capté el
olor de algo más pequeño, suave a lado del aroma de mi presa, agachado
bajo el árbol. La cola del león tiró espasmódicamente cuando se dispuso a
saltar.
Con
una luz enlazada, salté y aterricé en la rama del león. Él sintió que
la madera tembló y giró, gruñendo desafiante. Cortó el espacio entre
nosotros, sus ojos brillaban de furia. Medio loca con la sed, ignoré los
colmillos expuestos y las garras y me lancé hacia él, cayendo los dos
al suelo forestal.
No fue tanto una pelea.
Sus
garras filudas fueron como suaves dedos al momento que tocó mi piel.
Sus dientes no encontraron nada que arrancar en mis hombros y en mi
garganta. Su peso no era nada. Mis dientes infaliblemente buscaron su
garganta, y su instintiva resistencia era lastimosamente débil a
comparación de mi fuerza. Mis mandíbulas se cerraron fácilmente en el
punto preciso donde se concentraba el flujo del calor.
Fue como morder mantequilla. Mis dientes eran como navajas de acero; cortaron la piel y la grasa como si no estuvieran ahí.
El
sabor no era el correcto, pero la sangre era caliente y húmeda y esto
calmó la desigualdad, la sed picante cuando bebí con prisa impaciente.
Los esfuerzos del gato por liberarse fueron cada vez más débiles y sus
gritos se ahogaron con un gorjeo. La calentura de la sangre irradió por
todo mi cuerpo, quemando la punta de mis dedos y pies.
El
león estuvo terminado antes que yo lo hiciera. La sed flameó de nuevo
cuando Edward corrió hacia mí, y yo empujé el cadáver en repugnancia.
¿Cómo podía seguir sedienta después de eso?
Edward
estiró su mano hacia mí. La tomé, y sentí su piel más caliente que
antes. su mejilla estaba débilmente sonrojada, las sombras bajo sus ojos
se habían borrado.
Era incapaz de acariciar su rostro otra vez. Y otra vez.
Olvidé a medias que esperaba una respuesta a mi petición mientras miraba fijamente a sus dorados ojos.
Fue
casi tan difícil como había sido huir del olor de la sangre humana,
pero de alguna manera tuve la necesidad en mi cabeza de ser cuidadosa,
cuando estiré en la punta de mis dedos y enrosqué mis brazos a su
alrededor. Gentilmente.
Él
no vacilaba en sus movimientos; sus brazos rodearon mi cintura y me
estrechó contra su cuerpo. Sus labios aplastaron los míos, pero se
sintieron suaves. Mis labios ya no se amoldaron a los suyos; ahora ya
tenían su propio lugar.
Como
antes, fue como su el toque de su piel, de sus labios, de sus manos,
penetraban directamente a través de mi lisa, y dura piel hasta mis
nuevos huesos. Directamente al centro de mi cuerpo. No podía imaginar
amarlo más de lo que lo hacía ahora.
Mi
antigua mente no hubiera sido capaz de aguantar tanto de su amor. Mi
antiguo corazón no hubiera sido lo suficientemente fuerte como para
soportarlo.
Recordé
partes de esto – enroscando mis dedos en su cabello, trazando líneas en
su pecho – pero otras partes eran tan nuevas. Él era algo nuevo. Era
una experiencia totalmente diferente, Edward besándome tan
intrépidamente, tan energéticamente. Respondí a su intensidad, y de
repente nos estábamos cayendo.
“Oops,” dije, y se rió debajo de mí. “No fue mi intensión irme encima de esa manera. ¿Estás bien?”
Edward
acarició mi rostro. “Ligeramente mejor que bien” y luego una expresión
perpleja cruzó su rostro. “¿Renesmeé?” preguntó inciertamente, tratando
de averiguar lo que yo quería más en ese momento. Una pregunta muy
difícil de responder, porque quería tantas cosas al mismo tiempo.
Podía
decir que él no estaba exactamente contrariado a aplazar nuestro
retorno, y fue difícil pensar con su piel rozando la mía – no había
mucho que quedara del vestido. Pero mi recuerdo de Renesmeé, antes y
después de su nacimiento, se volvía más y más como un sueño para mí. Más
probable. Todos los recuerdos que tenía de ella eran recuerdos humanos;
un aura artificial los envolvía. Nada se veía real con estos ojos, nada
se sentía real con estas manos.
Cada minuto, la realidad de aquella pequeña extraña se alejaba.
“Renesmeé,” asentí, perezosamente, y me puse sobre mis pies, levantándolo conmigo.
Muchas gracias a Lucia Pechor/puedes Visitar su pagina: anastasiamantihora/ imagenes subido por TwilightAudiovisuales,
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